La trufa

La trufa, también conocida como el diamante negro de la cocina, es un hongo misterioso que nace bajo tierra y muy difícil de encontrar.

Vive completamente enterrada y es por eso que para recogerla se suelen utilizar perros adiestrados para detectar el olor.

De aspecto similar a un tubérculo pero con la piel más oscura y rugosa, la trufa presenta un aroma y un sabor únicos.

La trufa, manjar de dioses

Su intenso sabor la ha convertido en la perla culinaria de los chefs más prestigiosos del mundo, que la utilizan en sus creaciones gastronómicas gourmet: rallada, laminada o aromatizando un aceite.

Se puede adquirir fresca, congelada, en conserva o su jugo. Este codiciado tesoro de la tierra siempre consigue conquistar a los paladares más exigentes.

Resulta ideal como condimento en las recetas más diversas, desde las más sencillas hasta las más elaboradas. Un simple plato de pasta o unos huevos fritos aromatizados con trufa se convierten en un suculento manjar.

Aunque las trufas tienen precios elevados en el mercado, hay que tener en cuenta que es un condimento para aromatizar cualquier plato y con poca cantidad se consiguen aromas y sabores exquisitos.

En España se pueden encontrar dos tipos principales de trufas frescas: negra (Tuber melanosporum) y de verano (Tuber aestivum). La primera es la más preciada, y se produce de noviembre a marzo. La segunda se produce de mayo a agosto.

Si deseas trufa fuera de temporada, lo mejor que puedes hacer es comprarla en conserva o congelada. Si la compras fresca, asegúrate de que está en su punto de madurez.

Las trufas se producen en pocos países y, aunque en Francia es donde a lo largo de la historia han tenido un papel más destacado, actualmente España es el primer productor mundial en cuanto a cantidad y calidad, ya que su perfume es más intenso que el de otros países gracias a que disfruta de más horas de sol.